Leyendas olvidadas I : Lev Yashin, la araña negra

            Mi posición favorita ha sido siempre la de portero. Siempre olvidados, maltratados cuando fallan y sin apenas reconocimientos cuando aciertan, la mentalidad que han de tener debe ser muy fuerte. Son la última línea de defensa, realizan funciones importantes como corregir a sus compañeros o incluso iniciar jugadas, su exigencia es máxima y un portero de garantías, a fin de cuentas, se nota demasiado en el resultado de un partido. 
                Por suerte, el valor que se le ha dado a esta posición ha crecido con el paso de los años, y ya es imposible no hablar de la portería sin mencionar a Oliver Kahn (Bayern de Múnich), Gianluigi Buffon (Juventus de Turín), Iker Casillas (Real Madrid), Dida (AC Milan) entre otros. Sin embargo, uno de tantos comenzó la revolución de la portería. Un hombre que, gracias a su talento, habilidad y novedosos movimientos, empezó un recorrido que luego seguirían otros. Hablamos de La Araña Negra, mote que se ganó por su característico traje de color oscuro y porque detenía tantos disparos de los rivales que parecía tener realmente ocho brazos. Hablamos, por supuesto, de Lev Yashin.

Se cumplen 30 años de la muerte del gran Lev Yashin
Los goles sufridos acechan siempre. Uno no recuerda los que salvó, sino los que le metieron. 
El portero que no tenga ese tormento interno no tiene futuro.
            
            Decir que se le ha olvidado quizá sea exagerar, puesto que hace dos años se le homenajeó cuando Rusia emitió billetes con su rostro. Además, a partir del año pasado (2019) se entrega el Trofeo Yashin al mejor portero del mundo. Sin embargo, pienso que no se le reconoce tanto como se merece.
            Nacido en la capital rusa en 1929, fue uno de los selectos miembros del one-club man; es decir, aquel grupo de futbolistas que militó en un solo club. De joven trabajó en una fábrica de herramientas durante la II Guerra Mundial. Lo compaginaba siendo portero de hockey sobre hielo del equipo de esa misma fábrica, la cual tenía otro equipo de fútbol. Un día, el portero de ese equipo se lesionó, y Yashin tuvo que reemplazarlo. Su rendimiento fue tan bueno que el Dínamo de Moscú puso sus ojos en él. Lo fichó con 17 años y, a partir de ese momento, fue construyendo el camino hacia la leyenda.
            Comenzó a ganar fama y  reconocimiento gracias a sus actuaciones y a sus espectaculares números en la liga soviética. Tanto fue así que el combinado nacional de su país le llamó por primera vez en 1954. Vistió los colores de la URSS en 78 ocasiones y llegó a disputar cuatro Mundiales (1958, 1962, 1966 y 1970), tres Eurocopas (campeón en 1960, 1964 y 1968) y unos Juegos Olímpicos en Australia en 1966, donde ganó el oro. Debido a su manera de jugar y, sobre todo, gracias a sus increíbles partidos, recibió la mayor distinción individual para un futbolista: el Balón de Oro (1963). Lev Yashin es, hasta la fecha, el único portero de la historia en haberlo ganado.  
            Siguió jugando hasta que, en 1971 y con 42 años, dijo "basta". Tras un partido de homenaje, Yashin se retiró del fútbol y comenzó a trabajar como profesor de educación física y entrenador de algunos equipos juveniles. Todo marchaba bien hasta que comenzaron sus problemas de salud. En 1986 sufrió una tromboflebitis (una inflamación en una vena que le produjo un coágulo de sangre) que provocó la amputación de una pierna. Los problemas siguieron hasta que se le detectó un cáncer de estómago que le causó la muerte en 1990.
            Sus registros son prácticamente inmejorables y reflejan lo que es verdaderamente una leyenda. Con su equipo jugó 326 partidos y no encajó goles en 270 de ellos. Además, se dice que llegó a parar más de 150 penaltis, aunque no está del todo confirmado. Pese a su escaso pero completo palmarés (3 copas de la URSS, 5 ligas soviéticas, una Eurocopa y un Oro Olímpico), su estilo de juego, su estudio del rival y su manera de parar motivaron a todo el mundo de la portería. Fue uno de los primeros porteros en salir con los pies a cortar y comenzar jugadas. Su forma de parar, con las manos formando una especie de W, hizo que se perfeccionase esta técnica para que la estirada fuese más larga para poder llegar a más balones. En definitiva, fue un adelantado a su tiempo que, a día de hoy hubiésemos disfrutado mucho.
            A poco más de treinta años de su muerte, Yashin todavía se erige como el portero modelo y revolucionario por excelencia. Elegido el mejor de todos los tiempos y en el once ideal de los mundiales, también es recordado por encajar el hasta ahora único gol olímpico en un Mundial (en un 4-4 contra Chile en 1962) y por ser de los primeros en usar guantes. Honestamente, pienso que este es un merecido pequeño homenaje a una leyenda que ha servido de inspiración a muchas generaciones posteriores. Allá donde se encuentre, su recuerdo se mantendrá por siempre, puesto que las leyendas, en el fondo, nunca mueren. Hasta siempre y descanse en paz, Araña Negra.

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